miércoles, 7 de octubre de 2009

Arte, publicidad, estadística e instituciones: Lorena Wolffer y su propuesta urbana

Trinidad Monroy

Vivo en la ciudad de Toluca, estudio en la Ciudad de México; uno de mis puntos de paso obligados en el traslado es la estación del metro Observatorio, donde hace unas semanas me llamó la atención un poster pegado los pasillos de salida del metro, poco después me percaté de que no sólo estaba en los pasillos sino también en los vagones y además, en otras estaciones.

En primer lugar llamó la atención el diseño del poster, una silueta femenina de fondo con señales como de mirilla de arma de fuego en diferentes partes del cuerpo, denotando obviamente violencia. Luego me fui al contenido escrito del poster, datos estadísticos sobre las principales partes del cuerpo donde son agredidas las mujeres, éstos concordaban con la ubicación de las mirillas en la silueta de fondo. El recorrido visual me llevó a la parte baja del poster, donde se pueden leer los créditos y promotores de la que a estas alturas resultaba una obvia campaña publicitaria. Abajo de la leyenda “Por una vida libre de violencia hacia las mujeres” se anota la dirección electrónica del Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México junto a varios logotipos: el del gobierno de la misma ciudad, el del ya nombrado instituto, el del FONCA, y el del CONACULTA, en la esquina inferior derecha se puede leer también: [ expuestas: registros públicos ] y la dirección de una página web: www.lorenawolffer.net.

Debo decir que mi impresión de lo que estaba viendo cambió después de leer las últimas líneas, antes de llegar a Lorena Wolffer, el poster me había parecido una buena idea de campaña publicitaria que lograba visual y conceptualmente un objetivo claro que saltaba a la vista, después me percaté de que este objeto tenía además, pretensiones artísticas y eso cambió mi percepción de lo que veía, hizo que me acercara de manera diferente, que empezara a cuestionarle cosas.

Inventario es una intervención que consta de la exhibición de posters en vagones y estaciones del STC Metro de la ciudad de México D.F. durante agosto de 2009.

Son tres los diseños de los posters y todos contienen datos de la Encuesta Nacional sobre Violencia contra las Mujeres realizada por el Instituto Nacional de Salud Pública en 2003, sobre las siluetas de algunas de las principales figuras de la época de oro del cine mexicano.

Señalando la ubicación exacta de las agresiones más frecuentemente registradas y sus resultados en porcentajes sobre las siluetas, la intención de la serie es proveer y exponer datos precisos sobre la violencia que padecen las mujeres mexicanas en la actualidad. Dicho en otras palabras, los carteles contrarrestan la vaguedad de términos como "violencia de género" al señalar y hacer públicos datos estadísticos reales sobre el cuerpo de tres de los principales iconos de la feminidad en la cultura popular mexicana. Las siluetas (y las actrices de quienes provienen) fueron elegidas para generar empatía en los espectadores, para quienes resultan familiares y conocidas. (Wolffer, 2009)


Inventario es además parte de un proyecto mucho más amplio de la misma autora y apoyado por Inmujeres DF y el CONACULTA. Este proyecto denominado
[ expuestas : registros públicos ] se compone de dos series de obras para sitios específicos —una de performances y otra de proyectos de arte en espacios públicos—, centrados en la violencia hacia las mujeres en la Ciudad de México. (Wolffer, 2009)

Cada serie de obras es concebida y presentada en y para sitios públicos específicos, con la finalidad de alcanzar a un abanico amplio y heterogéneo de citadinos.

El trabajo…

El presente trabajo tiene como objeto de estudio sólo la serie Invetario y pretende analizar dónde se encuentra la artisticidad de los objetos que la conforman aún cuando no hay algún elemento que se encuentre dentro de la obra misma que la haga diferente de una campaña publicitaria sin preocupaciones artísticas.

En este sentido se plantean una serie de preguntas:

- ¿Qué es lo que define la artisticidad de esta serie?

- ¿Desde dónde se está definiendo que algo como esta serie de carteles es arte, desde la obra, desde el contexto, desde el creador o desde el espectador?

- ¿Qué tipo de arte público es?

- ¿Cuál es el concepto de arte implícito en la obra?

- ¿Es el arte un discurso utilizado como dispositivo para una campaña no artística?

- ¿Habría diferencia en el planteamiento del proyecto o en la recepción del mensaje si no se mencionaran las palabras “arte” “artístico” “arte público”?

- ¿El público percibe los posters como arte? ¿Están siendo recibidos como arte?

En este punto se debe aclarar que el interés en realizar el análisis reside en una inquietud de entender las manifestaciones que se denominan como artísticas en la actualidad y no tiene que ver específicamente con el tema de la serie, es decir, en este espacio no se analizará la obra desde una perspectiva feminista o de género ni los efectos que tiene en el público receptor en términos políticos o del actuar. El tema en este caso no es relevante en el sentido de que se pretende entender cómo un objeto publicitario que utiliza estadísticas e imágenes está siendo definido como artístico aún cuando dentro de sus propiedades o contenidos no sea diferente de otras campañas publicitarias con las que comparte el espacio público.

Así, en un primer momento se discutirá como esta obra o serie de obras entra o no en cada una de las definiciones compiladas en el texto de José García Leal (2002) que concuerda con las cuatro principales perspectivas desde las que se ve al arte en la actualidad. Lo anterior como un ejercicio para observar que el arte no es cerrado ni absoluto sino que es un fenómeno complejo que nos planta retos de comprensión diferentes dependiendo de la obra.

La hipótesis que plantea este ensayo es que Inventario es una obra denominada artística porque está inmersa en un tejido institucional que lo hace posible; en primer lugar, la hace posible materialmente, es decir son instituciones las que aportan los recursos para la elaboración material de la obra y en un segundo lugar la dotan “simbólicamente” de una artisticidad. En este sentido será de utilidad revisar a profundidad los postulados de la Teoría Institucional de George Dikie. Además, el papel del creador juega lugar importante en esta artisticidad; es por ello que uno de lo puntos del trabajo es analizar el discurso de la artista en torno al proyecto y la utilización de conceptos y suposiciones implícitas en él con respecto a qué es lo artístico y por qué su trabajo lo es y sobre todo responder a la pregunta: ¿qué lugar ocupa Lorena Wolffer en el mundo del arte para que sus palabras sean tomadas como ciertas?

En otro momento se pretende analizar cómo esta serie se inscribe en el arte público y a qué tipo de arte público pertenece, para entender así su relación con los valores colectivos y la intención de resolución de problemas fuera de lo meramente artístico.

El problema de la performatividad del género en El lugar sin límites, de Arturo Ripstein. Primera propuesta de análisis

Como han señalado numerosos autores, el acto de recepción e interpretación de una obra de arte está condicionado por la subjetividad, históricamente enmarcada, del observador.[1] Ya Gadamer habló sobre el rol del observador en el acto de “completar” el performance que, para él, es toda obra de arte: a través de la mirada, el que interpreta “participa” de la obra, es decir asume o no el papel necesario para comprender y aceptar las retóricas que de ésta se desprenden pero, al mismo tiempo, produce significados que igualmente conforman su sentido -o, mejor dicho, sentidos.[2] Retomando los planteamientos de este autor en su texto “Estética y hermenéutica”, cabe subrayar el carácter autónomo de toda obra de arte que, en cada experiencia estética, se actualiza: el sentido de su mensaje rebasa aquel del contexto histórico en que fue creada, el de la intención de su autor, e incluso el de la experiencia de recepción del espectador contemporáneo a ella. Más bien, la significación se re-produce y se re-crea en un proceso abierto a nuevas interpretaciones.[3]

Sin embargo, apunta Gadamer, dicha apertura significante no es total, es decir, no cualquier interpretación resulta válida.[4] Estando de acuerdo con dicha postura, se plantea la cuestión sobre la pertinencia de un análisis de género de El lugar sin límites, de Arturo Ripstein, partiendo de las perspectivas analíticas que postulan el carácter performático del género.

Judith Butler plantea que el cuerpo es “una continua e incesante materialización de posibilidades”. Así, el género no es una identidad sustancial ni esencial del sexo biológico de un individuo sino, más bien, “un constructo hecho mediante actos corporales específicos.”[5] El carácter de “realidad” del género es, entonces, performativo, lo que significa que este último es “real” sólo en la medida y la extensión en que es “puesto en escena” (performed) dentro de la dimensión temporal. Ello, a través de lo que la autora denomina “la repetición estilizada de actos (gestos corporales, movimientos, y “actuaciones” –enactments- de varios tipos)” que, en su conjunto, constituyen la ilusión de una identidad de género fija, estable y quintaesencial del sexo.[6]

Debido a aquella cualidad performativa -esto es, a la relación arbitraria que existe entre los actos que materializan la identidad de género, y el sexo biológico- dicha identidad contiene, en sí, la posibilidad de maneras distintas de repetición, de repeticiones “subversivas” de quiebre o cuestionamiento de aquel “estilo” (el atribuido a cada género). De esta manera se hace manifiesta la necesidad de analizar y comprender el problema del género no en términos de unicidad sino, más bien, bajo los parámetros cognoscitivos de una multiplicidad de identidades sexo-genéricas. Así, por ejemplo, un individuo travesti, además de expresar claramente la diferencia entre el género y el sexo –la pluralidad de sus “encarnaciones”-, manifiesta y cuestiona la concepción común de la distinción entre apariencia y realidad. Puesto que la realidad del género se constituye por el performance del mismo y no existe, por lo tanto, un sexo o género esencial (atemporal), la identidad de género del travesti es tan real como aquélla cuyo performance cumple con las expectativas sociales.[7]

En el caso del que me ocuparé, la “representación” debería entenderse en los términos de aquel enactment –materialización- corporeizada del género. Mediante la posterior profundización en la articulación de las herramientas metodológicas y teóricas sobre el problema del género, y aquéllas relativas al análisis de la imagen y el discurso cinematográficos, que llevaré a cabo conforme se desarrolle mi investigación, me propongo estudiar la identidad de género de los personajes de El lugar sin límites a través de las imágenes -entendiendo este último término en su sentido más amplio, de constructo de sentidos- que constituyen, en cada caso, la “puesta en escena” de la misma. Pretendo, con ello, abrir la posibilidad analítica de interpretarlos ya no sólo en términos del carácter (o los actos de tipo) activo o pasivo que predomina en ellos. Más bien, mi trabajo tendrá la intención de plantear un estudio en relación con la manera en la que cada uno lleva a cabo el performance de su identidad genérica, es decir, los modos de articulación y las significaciones de los actos performativos que la expresan y denotan.

Para llevar a cabo lo anterior, y retomando la postura de Gadamer, más que una reconstrucción del “horizonte histórico original” de sentido que haya tenido el filme en la época de su creación, me propongo analizar el carácter simbólico de sentido, relacionado con el problema del género, partiendo de una interpretación que, valiéndose de las posibilidades teóricas y analíticas que posibilitan los planteamientos de Butler, lo reactualice.

De esta manera, mi intención es analizar la película como un texto estético en el sentido en que lo entiende Umberto Eco (esto es, como un sistema de articulaciones significantes):[8] estudiar los procesos de significación del género en la película, es decir, los procesos mediante los cuales se producen, actualizan y articulan los signos que significan y simbolizan las identidades sexo-genéricas de los personajes, y la manera en que esto ocurre.

Bibliografía

Bal, Mieke y Bryson, Norman. “Semiotics and Art History: a discussion of Context and Senders”. The Art Bulletin. Volumen LXXIII, número 2, June 1991. Nueva York, The College Art Association, 1991.

Baxandall, Michael. Modelos de intención. Sobre la explicación histórica de los cuadros. Madrid, Hermann Blume, 1989.

Foster, Hal. El retorno de lo real. La vanguardia a finales de siglo. Colección Arte Contemporáneo, no. 8. Editorial Akal, Madrid, 2001.

Gadamer, Hans-Georg. “Estética y hermenéutica”. Estética y hermenéutica. Madrid, Tecnos, 1996. Pp. 55-62.

Holly, Michael Ann. Past Looking. Historical Imagination and the Rhetoric of the Image. Ithaca/London, Cornell University Press, 1996.

Joly, Martine. La interpretación de la imagen: entre memoria, estereotipo y seducción. Barcelona, Paidós (colección Comunicación, no. 144), 2003.

Pérez Carreño, Francisca. “Umberto Eco: Del icono al texto estético”. Valeriano Bozal, Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas, Vol. II. Madrid, La balsa de la Medusa, 1996. Pp. 73-92.

Consulta en Internet:

Butler, Judith. “Performative acts and gender constitutions. An essay in phenomenology and feminist theory”. Bial, Henry. The Performance Studies Reader. http://books.google.com.mx/books?hl=es&lr=&id=9_EWvlnrxp0C&oi=fnd&pg=PA154&dq=performance+judith+butler&ots=7tivw_65Ih&sig=ruNe5TCk3xc8k8X8eORH_8kzZks. Pp. 154-166. Consultado el 18 de agosto de 2009.

Lizarazo, Diego. Exploración para una perspectiva pragmática de la significación de la imagen”. http://www.usb.edu.mx/downloads/publicaciones/No2/r02_art007.pdf. Consultado el 23 de junio de 2009.



[1] V., por poner sólo algunos ejemplos, Bal, Mieke y Bryson, Norman, “Semiotics and Art History”, The Art Bulletin, volumen LXXIII, número 2, june 1991, p. 180; Baxandall, Michael, Modelos de intención, p. 15; Foster, Hal, El retorno de lo real, p. X; Holly, Michael Ann, Past Looking, pp. 7, 14 y 15; Joly, Martine, La interpretación de la imagen, p. 276; y Lizarazo, Diego, “Exploración para una perspectiva pragmática de la significación de la imagen (primera parte)”, http://www.usb.edu.mx/downloads/publicaciones/No2/r02_art007.pdf.

[2] V. los planteamientos de Gadamer, citados en Holly, op. cit., pp. 13 y 25.

[3] V. Gadamer, Hans-Georg, “Estética y hermenéutica”, Estética y hermenéutica, pp. 55-62.

[4] V. ibid., p. 56.

[5] V. Butler, “Performative acts and gender constitutions. An essay in phenomenology and feminist theory”, http://books.google.com.mx/books?hl=es&lr=&id=9_EWvlnrxp0C&oi=fnd&pg=PA154&dq=performance+judith+butler&ots=7tivw_65Ih&sig=ruNe5TCk3xc8k8X8eORH_8kzZks, pp. 154-156.

[6] V. ibid., pp. 154-161.

[7] V. ibid., pp. 155 y 161.

[8] V. Pérez Carreño, Francisca, “Umberto Eco: Del icono al texto estético”, Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas, pp. 76-78.

Sophie Calle, Ella, los otros

El principal interés que guía mi investigación es la relación del artista con el otro. ¿Quién es ese otro? ¿qué posición tiene el artista frente al otro?, ¿cómo incide su posición en la representación?, ¿cómo se construye la obra a partir de la experiencia de otro?, ¿cuál es el papel del artista? Estas inquietudes me han llevado al encuentro de una serie de obras que abordan al otro como parte de la construcción propia del artista.

Para este trabajo voy a abordar la obra de la artista francesa Sophie Calle, pues me interesa la manera en que va más allá de la representación siendo el objeto mismo de su trabajo. Penetra en la vida de los otros buscando entender la existencia de los mismos, y a su vez, la suya propia.

En su obra hecha de narración, la anécdota se convierte en parte fundamental, complemento indispensable de la documentación gráfica develando no sólo la experiencia del otro, sino la de ella misma de cara a la situación a la que se enfrenta.

Su trabajo se afirma como su proyecto de vida sin pretensiones de insertarse en el mercado y en las galerías, pero, está presente en el llamado “mundo del arte”. Entonces, ¿cuáles son los parámetros que definen qué tipo obras entran y circulan en los museos y en la crítica?

Ahora, en el arte conceptual, la idea como parte principal de la obra se convierte en una manifestación artística donde la reflexión y el análisis son parte primordial. Así, el destino final de ésta se alcanza, como lo menciona Danto, al buscar una respuesta en la obra -o quizás más preguntas- que nos lleven a un proceso de interiorización del concepto, a reflexiones del conocimiento llevando al arte por el camino de la filosofía. Siendo así, una obra de carácter tan íntimo y a la vez tan público a dónde nos lleva, qué refleja de la sociedad y de los procesos que vive el arte contemporáneo?

Al ser características del arte actual el que la belleza y la técnica no sean los parámetros para definir la calidad de la obra, la subjetividad y la adopción de nuevos valores u opciones para representar se convierten en el medio para comunicar. La introspección, la interrogación y el sentido de la acción marcan la línea de trabajo de los artistas contemporáneos, y de Sophie Calle por su manera de proceder. Esta pregunta por el ser marca la obra de esta artista quien trabaja de manera intertextual su proceso interno de acontecimientos de la vida cotidiana, dirigiendo sus preguntas hacia los espectadores.

Entonces, en este proceso de construcción de la obra, queda por definir cuál es el papel de cada uno de los sujetos que intervienen en la unión de conceptos y significados que permiten la interpretación – y comprensión- de la obra. La cuestión que surge es el papel de cada sujeto en un proceso artístico como el que se lleva a cabo en las obras de Calle. Es la institución el ente que decide la conveniencia de significados, o es el artista quién habla de su propia experiencia, o son los espectadores quienes construyen la obra, o son aquellos quienes participan los que dan validez a la propuesta?

Así, desde lo mencionado anteriormente, lo que pretendo con este análisis es entender o quizás determinar el papel que cumplen los sujetos involucrados en el proceso artístico de una obra de las características de las realizadas por Calle. Series como La Filature (1981), Suite vénitienne (1980-96), Address Book (1983), L’hôtel (1983), Room With a View (2002) son narraciones de preguntas íntimas que la artista (re)construye a partir de lo público, de la frontera entre lo privado y lo secreto, con la participación de aquellos otros que le ayudan a definirse a sí misma.

En el actual contexto mediático, la intromisión en la vida personal y el rompimiento de las fronteras de la intimidad es tema diario de discusión, así entonces, cómo es que estos conceptos y flujos sociales se insertan en la creación de la obra artística actual. Si la belleza ya no es el parámetro de evaluación, cuál es en el arte conceptual?

Siendo así, el problema que pretendo resolver se sintetiza así: En el arte contemporáneo, al dar un nuevo valor a la representación, los flujos entre los sujetos participantes en la obra (ya sea desde la interpretación o participación), se entrelazan de tal manera que la obra permite una nueva manera de entender al otro a partir del artista y viceversa.

Una forma de análisis de las portadas de Música Mexicana del siglo XIX

El ser humano se encuentra en una constante búsqueda, trata de explicarse quién es, lo que pasa en su interior, en su pensamiento, también pretende entender lo que sucede a su alrededor y como es que vive su realidad.

Necesita saber cuales han sido las fuerzas y los valores mueven la vida y el espíritu de su grupo social y de otros, como es que se han adquirido ideas o facultades que se expresan en estilos o conductas a los que se les atribuyen valores, mismos que son compartidos, lo que le ha dado sentido a la vida a través del tiempo, en diferentes lugares, adaptando con flexibilidad los medios y los fines, las formas y los procesos a necesidades y circunstancias determinadas desde enfoques distintos.

Las expresiones como el arte, la literatura, la filosofía, la danza, la música, la arquitectura, la pintura, el diseño, funcionan como testimonio de las experiencias del hombre, sus percepciones y sensaciones, las ideas, fantasías, y lenguajes con los que se dirigen los grupos, la forma en que los procesos de comunicación usan cualquier aspecto de la vida cotidiana para convertirlos en signos, que gracias a los procesos de comunicación se organizan en sistemas dando lugar a la cultura y convirtiendo al mundo en un aparato semiológico.[1]

“Definimos la vida cotidiana como las concepciones y percepciones de la realidad que en sus diarias prácticas comparten los integrantes de un grupo social”[2]

Desde esta perspectiva semiológica, una de las formas de estudiar a la cultura, la vida cotidiana, las manifestaciones de los grupos sociales es aislando los procesos de comunicación, los lenguajes, los códigos, de su contexto tanto histórico como de ubicación, a esto la semiótica lo llama un acercamiento sincrónico, aunque también es posible que se tome un grupo social determinado, en un contexto y en un periodo de tiempo con el que se pueda analizar un proceso que ha sufrido transformaciones, alteraciones y/o evolución.

Considerando que toda comunicación visual es cultura y que el diseño gráfico es comunicación visual, se puede afirmar que “el diseño es una característica básica de lo humano y un determinante esencial de la calidad de vida, que afecta a todas las personas en todos los detalles de lo que hacemos cada día.”[3]

Es de acuerdo a las necesidades de los grupos sociales y como se ha mencionado para dar sentido a la vida que el ser humano otorga significados a las formas, como parte de una capacidad de abstracción del lenguaje. Es así como potencia la transmisión de conocimiento, valores, procesos, ideas procesos de pensamiento y procesos de creación a generaciones posteriores.

Los signos que arroja la vida cotidiana, es decir todas las cosas que adquieren sentido para alguien, son de diferentes tipos, pertenecen a diversos lenguajes y formas de entendimiento entre los individuos. Van desde las palabras, los sonidos, los gestos, las posturas, la vestimenta, los códigos musicales, la comunicación visual, pues todo hecho que comunique es parte de la cultura.

Todos estos signos además, guardan determinadas relaciones de acuerdo con tres dimensiones: la sintáctica, que como parte de un sistema, de un ordenamiento, de una organización para su funcionamiento permite que entre los signos existan relaciones que pudieran ser de orden estructural; la semántica es la relación que tiene el signo con su significado y por último la pragmática que es la relación que guarda el signo con sus usuarios.

El diseño es una actividad humana, de cierta forma subjetiva, se manifiestan su parte psicológica y emotiva a través de la creatividad.

“La creatividad es un proceso, una característica de la personalidad y un producto. Las personas que hacen cosas creativas (productos) hicieron con determinados procedimientos (procesos) y actuaron de determinada manera (características de la personalidad.” [4]

Como disciplina pretende satisfacer necesidades específicas dentro de la comunicación visual y lo hace a través de la sistematización, planeación, estructuración y configuración de mensajes que resulten significativos para su entorno y su medio social.

Es importante hacer conciencia de que el conocimiento en el campo del diseño se hace desde una visión contemporánea, es decir, miramos el pasado a través de los ojos del presente aún contando con herramientas que nos ayudan a reconstruir contextos.

Un contexto interesante es nuestro país viviendo el romanticismo.

El periodo de la Revolución francesa, presentó como un hecho importante la creación de distintas academias en áreas como la ciencia, la historia, las artes y la lengua, generando grupos sociales que compartían salones, tertulias y clubes. Con este hecho se establecieron algunos criterios de verdad, se incorporaron procedimientos definidos por un método como la observación, la experimentación, el cálculo y la medida y se le dio a la razón instrumental un lugar preferencial frente a la razón teórica. El siglo XVIII fue una época de clasificación en la que se rindió culto a la razón y a la ciencia. Le siguió otra que otorgó privilegio al sentimiento y buscó la verdad en las artes.

En el romanticismo, los grupos sociales que se encargaron de dejar testimonio de sus ideas encontraban fascinación por la naturaleza, otorgaban un gran valor a la dimensión histórica, rendían culto a la libertad artística y política y su arte lo dirigían a cualquiera que tuviera la posibilidad espiritual de comprenderlo.

Como una de sus manifestaciones se encuentra la poesía que en sus signos como conceptos coloca la patria, la historia, la naturaleza, los sentimientos, la religión y la sociedad.

“La novela romántica mexicana exaltó el amor, condenó la ambición y los opuso entre si. La ambición va dirigida por lo general a hacia los objetos materiales, lo concreto, la riqueza , lo artificial y el lujo. Confunde en vez de aclarar, ciega. El amor apunta en dirección a lo abstracto, lo espiritual, los valores, lo natural y, si no a la austeridad, cuando menos al recato en la acumulación de bienes. Ilumina y ayuda a encontrar el camino.”[5]

Lo que otorgaba sentido a su vida era además el valor que otorgaron a la conquista española, a la guerra de Independencia, al mundo indígena, a la época colonial, que finalmente dieron cuenta de una corriente intelectual que estableció una forma de concebir la cultura nacional.

El siglo XIX vio en Europa y América Latina procesos de transformación de antiguos regímenes a los modernos, de colonias a naciones independientes, del campo a la ciudad.

Ese intercambio en ambas direcciones hizo que algunos viajeros utopistas europeos y estadounidenses encontraran en México un lugar propicio para realizar experimentos fructíferos pues en sus países los procesos de civilización habían terminado con algunos aspectos de la vida.

Alexander von Humboldt lleva a Europa su trabajo transdisciplinario hecho en México, contribuyendo a despertar el interés europeo en el país y logrando que posteriormente llegaran a México viajeros distinguidos que en otros campos del conocimiento y las artes pusieron en marcha sus proyectos, claro está una vez que se consiguió la Independencia.

Un ejemplo muy claro es el caso de Claudio Linati quien se propone establecer una imprenta litográfica junto con Gaspar Franchini pare elaborar mapas topográficos y enseñar gratuitamente el arte de la litografía.

A través de un arreglo de intercambio logró establecer el taller, logrando publicar una emisión periódica que incluía artículos históricos, políticos de Europa y algunas imágenes. Posteriormente se alcanzaron a mezclar sus publicaciones con la política de México y las autoridades no encontraron conveniente que continuaran con esta labor por lo que tuvieron que salir del país.

Formaron al primer litógrafo mexicano, José Gracida de origen oaxaqueño.

En las imágenes que se produjeron inicialmente, se retrata la estratificación social, racial y ocupacional del país, generando de alguna manera ideales.

Es en este período que se establece la cátedra de litografía en la Academia de San Carlos, específicamente en el año de 1831 ejerciendo la titularidad Ignacio Serrano.

Se abrieron también talleres públicos y aunque los oficios de impresor, dibujante, litógrafo y encuadernador se encontraban con claridad diferenciados, eran interdependientes por lo que dieron lugar a la creación de distintas casas editoriales, involucrando así la participación de diferentes individuos inmersos en una comunidad o grupo social que comparten códigos.

La litografía fue usada para publicar portadas de libros, música, periódicos, etc., haciendo mas atractivas y didácticas las publicaciones.

“Para el arte tipográfico, la litografía significa una renovación total en el procedimiento ilustrativo, pues pueden hacerse obras y periódicos completamente ilustrados que presenten homogéneo aspecto.”[6]

Pudiera ser considerada como un indicio del crecimiento de la cultura letrada la fuerte expansión que obtuvo la imprenta y los oficios en torno a ella en este siglo (XIX), destacan la de Andrade y Escalante, Joaquín Moreno, Mariano Villanueva y José Mariano Fernández de Lara por sus posibilidades económicas, había también talleres como el de la Testamentaría de Murguía que contaban con imprenta y taller de litografía. Entre otros, talleres litográficos reconocidos eran también T. Debray (que da lugar a la publicación Álbum del ferrocarril mexicano, con litografías a color, permitiendo el nacimiento de un nuevo concepto: la cromolitografía), Hesiquio Iriarte, Jean Decaen, Manuel Rivera, Hipólito Salazar, Luis G. Inclán, registradas en 1865 en los padrones del Archivo General de la Nación.

Como casas editoras se establecieron García Torres, Editorial Murguía, Casa Editora de Lara, Juan R. Navarro, Casa del Llano y Compañía, la empresa editorial Ireneo Paz, entre otros, su desarrollo se alcanzó diferentes estados de la República, como Puebla, San Luis Potosí, Yucatán, Aguascalientes, Michoacán y el Estado de México.

No se sabe con certeza en qué medida el desarrollo de la industria editorial incrementó el número de lectores, pero si es una realidad que se puso a disposición del público libros de diversos temas, compendios de leyes, revistas literarias, musicales, científicas y de entretenimiento, periódicos, traducciones de textos clásicos y de moda.

Pensando en un lenguaje una herencia de épocas precedentes y como un producto que no queda mas que aceptar tal como es, los hechos antes mencionados dan muestra de que esta afirmación carece de la consideración de los códigos inmigrantes. Es decir, los acontecimientos ocurridos en México le dieron un carácter de atracción a los extranjeros para llevar a cabo una serie de proyectos, al llegar al país ellos contaban con un signos elaborados a partir de un contexto de ubicación y de tiempo. Al enfrentar esta problemática se requiere de una adaptación, de un ajuste de los signos para que pueda existir un código y se puedan llevar a cabo los procesos de comunicación.

Como índice de este hecho están las portadas de partituras, publicadas gracias al desarrollo editorial antes mencionado, que contienen una serie de elementos tanto gráficos, ilustrativos como tipográficos cuyo análisis partiendo de la propuesta semiótica se puede abordar de la siguiente manera:

Son signos de una forma de pensamiento, de un estilo en la expresión de un período histórico en el marco de este país. Pero también pueden constituir un sistema de signos en tanto que muestran un conjunto de elementos que se pueden leer, decodificar o interpretar de manera independiente.

Desde la dimensión sintáctica, la muestra de la fascinación por la naturaleza se encuentra tanto en los elementos gráficos – ilustrativos como en la tipografía, guardando semejanza entre ellos o bien generando una relación en su estructura.

Desde la dimensión semántica, cabría hacer un análisis más profundo de los símbolos que presentan los elementos. En la ilustración están presentes de manera constante mujeres vestidas elegantemente, también hace presencia la vegetación, en algunos casos la arquitectura y la intención de paisaje, todos estos elementos están cargados de sentido. Por otra parte la tipografía funciona como un refuerzo a la imagen, se integra a la composición y tiene un tratamiento decorativo, un elemento mas cargado de significado.

Y en la dimensión pragmática se puede asegurar que quienes hacían uso de estos signos eran personas que tenían acceso al conocimiento, a la música, que se encontraban en una posición favorecida.

“Con la utilización de la litografía se alcanzaron varios objetivos: dar auge a la producción editorial de la capital; incursionar en las nuevas corrientes literarias, de las cuales el costumbrismo fue una de las que mejor integró texto e imagen; reforzar visualmente el romanticismo con una técnica de estampación muy a propósito para los temas manejados; satisfacer las necesidades estéticas de determinadas clases del país, medias y altas…”[7]

La Independencia de México le otorgó un valor de atracción para muchos extranjeros que proyectaron en este país grandes logros. Finalmente el desarrollo editorial con la llegada de la litografía contribuyó con la elaboración de una memoria gráfica en la que se plasmaron oficios, costumbres, retratos, paisajes, arqueología, caricatura, elementos que parten de la vida cotidiana y que nos dan muestra de la cultura. Nos muestran los signos que respaldan la construcción de una identidad nacional y nos permiten entender de que manera los signos pueden sufrir numerosas transformaciones a través del tiempo.


Fuentes de investigación.

- Ávila Guzmán, Xavier Ignacio (1991), Antología del estructuralismo, ENEP Acatlán, UNAM, México.

- Blaxter, Loraine (2002) Cómo se hace una investigación, Gedisa, Barcelona.

- Cabello, Sánchez, Raúl (2008), Litografía, Manual de apoyo para el taller, Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM, México.

- De la Torre y Rizo, Guillermo (1992), El lenguaje de los símbolos gráficos, Limusa, México.

- Fleming, William (1971), Arte, Música e Ideas, Nueva Editorial Interamericana, México.

- Hernández, Roberto (2004), Metodología de la Investigación, Mc Graw Hill, México.

- Heskett, John (2005), El diseño en la vida cotidiana, Gustavo Gili, México.

- Illades, Carlos (2005), Nación, sociedad y utopía en el romanticismo mexicano, Sello Bermejo, CONACULTA, México.

- Martinez Meave, Gabriel (2004), Ensayos sobre diseño, tipografía y lenguaje, Designio, México.

- Pérez, Salas, María Esther (2005), Costumbrismo y Litografía en México: un nuevo modo de ver, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, México.

- Prieto Castillo, Daniel (1994), Diseño y Comunicación, Coyoacán, México.

- Toussaint Manuel (1934), La litografía en México, Biblioteca Nacional, México.

- Vilchis, Luz del Carmen (1999), Diseño Universo de Conocimiento, Claves Latinoamericanas, Centro Juan Acha, UNAM, México.



[1] “La semiótica es la ciencia que estudia el significado de los signos” De la Torre y Rizo, Guillermo (1992), El lenguaje de los símbolos gráficos, Limusa, México.

[2] Prieto Castillo, Daniel (1994), Diseño y Comunicación, Coyoacán, México.

[3] Heskett, John (2005), El diseño en la vida cotidiana, Gustavo Gili, México.

[4] Martinez Meave, Gabriel (2004), Ensayos sobre diseño, tipografía y lenguaje, Designio, México.

[5] Illades, Carlos (2005), Nación, sociedad y utopía en el romanticismo mexicano, Sello Bermejo, CONACULTA, México.

[6] Toussaint Manuel (1934), La litografía en México, Biblioteca Nacional, México.

[7] Pérez, Salas, María Esther (2005), Costumbrismo y Litografía en México: un nuevo modo de ver, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, México.